Este sábado, como hace mucho tiempo no me pasaba, quise salir a ver arte. Quizá me motivó el hecho de que era el último día para ver la expo del MAVI o que había sol y eso hay que aprovecharlo. En fin, la visita valió la pena y esto fue lo que encontré.
Lo primero que vi apenas me bajé de la micro me alegró el día. En las vitrinas del GAM, parte de la tienda de PUMA, hay una serie de intervenciones de Montt y Olea titulada Extraños placeres de la gente, que son ilustraciones pintadas algo asi como con esmalte al agua y puestas a la vista de los transeúntes con frases como "El placer de recolectar conquistas", "El placer de estar seguro", "El placer de ver televisión" y otros por el estilo. Notable el dúo, siempre hacen cosas que a uno lo hacen disfrutar desde lo que parece más simple pero que, a mi juicio, es muy dificil, mezclar el humor, el texto y la gráfica. Lo más bonito de todo, aparte de estar directamente expuesto a la calle, es que da la impresión de que los ilustradores estuvieron trabajando ahí mismo dentro de las vitrinas, porque hay chorreos de pintura y pisadas en cada uno de los módulos y uno, cual Papelucho, se imagina algo asi como un action painting criollo y figurativo.
Cruzando la calle, en la Sala de Arte del Centro de Extensión de la Católica, hay una exposición colectiva llamada Minimax, en la que tres artistas trabajan con la cerámica como material para generar propuestas muy diferentes entre si: Déborah Ahumada, Paula Subercaseaux y Francisca Valdivieso.
El trabajo de color que hace Déborah es bien impresionante, son tres paneles de 1,13 x 3,00 mts que muestran imágenes de prensa de un volcán, de las marchas estudiantiles y del maremoto respectivamente, y que fueron trabajadas con teselas de vidrio y cerámica a manera de pixeles. Tuve la oportunidad de hablar con ella esta semana (se viene la entrevista) y me contaba que no pudo estar segura de que su estrategia de construcción del trabajo funcionaría hasta el momento del montaje, porque en su casa no tenía espacio para probar, es decir, nunca supo si realmente la imagen se armaba a los ojos del espectador hasta el momento de la instalación en la galería, detalle que me tenía curiosa desde que me lo contó.
El trabajo puede verse de lejos y de cerca, mientras la imagen desaparece y van encontrándose los detalles de cada una de las teselas.
El trabajo de Francisca Valdivieso es lo absolutamente opuesto a la obra de Déborah. Un trabajo al que hay que acercarse, mirar con detención y luego mirar de nuevo, siempre de cerca. La obra está formada por varias piezas de porcelana de no más de 30 cms, que brillan bajo foquitos dicroicos que resaltan los reflejos de las figuras. Parecen personajes de cuentos, o de sueños, o de los recuerdos de la infancia ochentera, cuando las mamás coleccionaban adornos similares y a uno le daban ganas de jugar con ellos. Lo que me gustó de este trabajo fue que brinda la posibilidad de entrar por la estética de los objetos y después quedarse pensando en las posibles historias que se podían armar, con resursos propios y ajenos, haciendo referencia también al concepto de unheimlich, esa característica que, según Freud, define los objetos o situaciones que no pertenecen a ningún lugar pero que, sin embargo, se generan en lo mas íntimo del hogar y se instalan en el inconciente de una manera desplazada y extraña, familiar pero siniestra y perversa a la vez.
Para descansar de tanta visualidad, porque cansa ver mucho arte de una vez, entré a ver de qué se trataba la exposición de Walter Benjamin que se promociona en los pendones exteriores del GAM. La expo, abierta hasta el 1º de julio, es una muy buena muestra de cómo hacer para comunicar ideas de alto contenido teórico a través de un montaje impecable, muy efectivo y amable. Se separa en tres partes, Constelaciones, Atlas de WB y Modelos de audición, elementos estables que además se complementan con una serie de charlas y una película.
Al entrar a la Sala de Artes Visuales, lo primero que se ve es Constelaciones, una proyección gigante antecedida de telones transparentes con frases de Benjamin. Frente a las proyecciones, unos bancos con palabras como AURA, LABERINTO, PASEANTE y otras, las que podrían parecer excesivas en un principio, pero que en el montaje se vuelven acordes con todo lo demás. La proyección muestra fragmentos de registros cinematográficos de época a la vez que va presentando textos de Benjamin, ilustrando los pasajes más importantes de su obra con conceptos como el de flâneur, la obra de arte y la reproductibilidad técnica y el teatro de Brecht entre otros, los que se van haciendo fáciles de entender a medida que pasan las imágenes, rematadas de frases como "La crítica es un asunto moral", "El aura es la repetición de una lejanía, por cercana que esta pueda hallarse", o "La mirada siempre tiene la expectativa de ser devuelta a quien la dirige"...sentí que haberlo visto antes me habría hecho las cosas tan fáciles, ja.
Atlas de WB es una plataforma interactiva donde uno puede ver los títulos y algunos párrafos de las publicaciones de Benjamin con links de diversa naturaleza y, por otro lado, Modelos de audición son locuciones de los guiones elaborados por WB para una radio alemana entre 1929 y 1933.
Y bueno, por fin llegué a ver el trabajo de Mónica Bengoa en su último día de exposición. Yo ya lo había visto en la inauguración, pero como ya sabemos, las inauguraciones son para otras cosas, para saludar, ver gente, compartir y tomar vino, asi que tenía que verla nuevamente...si usted no la vio, ponga atención.
Los trabajos de Mónica siempre son del tipo wow. No quiero sonar fan pero no hay nada que hacer.
Einige Beobachtungen über Insekten und Wildblumen o Algunas
consideraciones sobre los insectos y las flores silvestres estaba formada por cuatro obras, las que a su vez forman parte de la investigación El fieltro como soporte de un nuevo ejercicio óptico, Fondart Bicentenario para el Fomento a la Creación de Excelencia, el que consiste en la producción de una serie de murales de fieltro a gran escala calados a mano.
Cuando volví a ver los murales de fieltro me acordé de la frase de Benjamin "Nada que decir, sólo mostrar", y es que eso me pasa con este tipo de trabajos, en los que por mucho que se quiera hablar o explicar, siempre es mejor sólo mirar, y que, por ende, son mucho mas valorables en vivo y en directo.
Al entrar se ve el mural más extenso y simple, al menos en la manera que se construye la imagen sólo con contraste de negro sobre blanco.
Luego, al bajar, aparecían los otros tres, de a poco, uno negro primero y dos rojos al final, como sellando con color.
En
las cuatro piezas pasa algo cuando uno ve desde lejos y reconoce las
formas del paisaje, de los libros y las flores, pero que al acercarse se
transforman en abstracción, así como pasaba también en el trabajo de
las teselas de Déborah. En ese punto es muy probable que se uno se quedara mucho rato pegada en los detalles, sin pensar tanto en por qué son bichos y texto en alemán o en la importancia del referente fotográfico, datos que aunque son importantes y ayudan a complementar y digerir, se tornan irrelevantes enfrentados a la materialidad y el trabajo que denotan los murales.
Para cerrar, sólo quiero hacer un comentario y una recomendación.
El comentario es que cuando me fui a tomar la micro de vuelta a mi casa, vi cómo pintaban
un muro de OSB con color verde acorde con el paisaje del
parque forestal y lo sentí como el broche de oro de mi tarde cultural. Es curioso ese afán de los alcaldes de mimetizarlo todo.
Y por último la recomendación: hay que armarse de valor y estabilidad emocional, ojalá tener una libretita de apuntes, e ir a ver la obra de Radrigán, Redoble fúnebre para lobos y corderos.
Eso no más.